-ARTE, POESÍA Y CULTURA DESDE LA ZONA SUR DE SANTIAGO DE CHILE-
Centro Literario Ateneo San Bernardo
Leonarda Caroca
Nace en San Fernando ,Chile, y es hija de una profesora básica. Sus padres son trasladados frecuentemente, por eso su infancia transcurre en diferentes lugares del país. Realiza sus estudios primarios y secundarios en Colegios estatales y obtiene el título de Profesora de Castellano en la Universidad de Chile.
Después del Golpe de Estado, vive exiliada en Suecia donde trabaja como profesora.
Al regresar a Chile en 1992, se titula de Magister en Educación Diferencial en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, donde ejerce como docente durante seis años. Luego retorna a Suecia para finalizar su carrera profesional.
Por dos años consecutivos (2009 y 2010) obtiene el primer lugar en Cuento, en el concurso literario de la I. Municipalidad de San Bernardo. En 2011 publica su colección de cuentos “Santo Remedio”, libro con el que obtiene el Tercer lugar en el concurso literario de la I Municipalidad de San Bernardo en 2012.
En abril del 2013 publica “Cinco Estrellas” colección de relatos.
En 2014 publica el cuento para Niños “Mi gata princesa”
En 2015 y 2016 sus cuentos “Estrategia de Silencio” y “Amor Amargo” son seleccionados para participar en el certamen “Grito de mujer “convocado por las Sociedades de Escritores en todo Sud América. El 2016 publica en España"Historias de Amanecida" es el tercer libro que publica y es editado por Editorial Cardeñoso.
Actualmente pertenece a la Sociedad de Escritores de Chile, al ATENEO Literario de San Bernardo Chile y a la Tertulia Literaria de Guardamar de Segura en España.
UNA CAMA DE MARCA SONY
Hasta mañana, gracias — le dije, tirando un beso al aire mientras me bajaba de su auto. Era mi amiga y vecina y a veces, coincidíamos para el retorno a casa.
La ola de calor había pasado y ahora que estaba fuera del vehículo, sentí el frío metiéndose inescrupulosamente dentro de mis poros. Debe estar nevando en la cordillera, me dije. Suerte que traje guantes y bufanda.
Estaba atravesando la acera cuando lo vi. Un bulto se movía ágilmente en la semioscuridad, debajo de la escalera que hace rincón a la entrada del banco de la esquina, en el edificio nuevo. Con manos azulosas, desarmaba una inmensa caja de cartón donde se podía leer SONY, en letras negras, además se veía la foto de un televisor. Acto seguido extendía el material en el suelo, al parecer a modo de colchón. Una especie de frazada y un perro, constituían el resto del mobiliario.
No me intimidó su extraña presencia. Me sentí segura, a pesar de tener que caminar unos metros para llegar a casa ya que había vuelto la electricidad, otra cosa hubiera sido sin iluminación. Lo malo era que la luz artificial mostraba, también, el desastre en toda su desnudez; todavía había mucho barro en las calles, restos de la avalancha que se había descolgado de la cordillera hacía un par de días. Una subida repentina de la temperatura, en pleno invierno, derritió parte de la nieve; es el calentamiento global, dijeron. Lo demás, lo de siempre: mucha gente improvisando defensas ante el barrizal imparable, en la tele, los más pobres mostrando sus camas que flotaban, habían salido a pasear por toda la casa antes de quedar detenidas en el barro. Casi.
Ahora que me acuerdo, ayer lo había visto por primera vez, su presencia descuidada y andrajosa hacía un contraste brutal con el lujoso edificio donde se había instalado; era la parte sucia en el único espacio limpio en varios metros a la redonda.
De repente me entró la prisa ¡nunca se sabe con esta gente! ¿no? Preferible evitarlos.
Buscaba el móvil para llamar a casa, cuando la voz del hombre detuvo mi mano:
̶ ̶ ̶ No vaya tan rápido, si no le voy a hacer naa…
Me estremeció escucharlo; pero me hice la loca. De todos modos, algo en su voz me recordaba otra, grabada en mi memoria hacía muchos años. Capaz que fuera algún amigo venido a menos… sonaba como si me conociera.
¿Quién sería? De todos modos, no logré ubicarlo. Soy de las personas que no se detienen mucho en las cosas que no entienden, así que pasé página. Me distrajo un bus que pasaba por la calle esparciendo el agua sucia y ̶ por eso ̶ salté hacia el costado sin acordarme más del asunto.
Al llegar a casa me esperaban mis zapatillas calentándose junto a la estufa y un rico plato de sopa caliente. Me acosté.
No podía dormir por causa del frío. A medianoche enchufé el calientacamas. En el forro del mismo decía jactancioso: scaldasonno, es decir, caliento el sueño, en italiano.
Antes de quedarme dormida, pensé sin querer, solo un segundo, en la cama de marca Sony.