top of page
Maizú (María Beatriz Ortiz)

 Educadora nacida en Santiago de Chile un veinte de agosto. En plena madurez recién irrumpe en la literatura poética al integrarse al Taller “Isla Negra”, patrocinado por la Sociedad de Escritores de Chile el año 2006. 

  Prefiere salir al aire con todos sus sentidos y apretar los botones que la llevan únicamente al planeta-vida: de la infancia a la adultez, del sueño a la soledad, del amor al dolor, de la metafísica al realismo de la crítica social y la problemática de la mujer.  

   

      Ha publicado en Revistas: “Avance Cultural” de La Cisterna, “Aurora Boreal” del Ateneo de San Bernardo y  “Espiga” del Círculo de Escritores de La Cisterna. Antologías:  “El valor de la Palabra” “ Destellos” y “Brotes”  del Círculo de Escritores de La Cisterna , “Bachata”  del Taller Literario de San Bernardo y “Escritoras de San Bernardo Antología General ( 1950-2013)”.

  • Año 2012:  Ganadora del 3er. Lugar. Género Poesía  19º Premio Municipal San Bernardo.

 

  • Año 2014:  Ganadora 2º lugar Género Poesía. 21º Premio Municipal de Literatura San Bernardo.

 

  • Año 2015:    Ganadora  2º lugar  Género Poesía. 22º  Premio Municipal de Literatura San Bernardo.

 

 Actualmente es miembro activo del Círculo de Escritores de La Cisterna, del Centro Literario Ateneo de San Bernardo y de la Agrupación de Escritores del Maipo de San Bernardo. También directora de la Revista  Literaria Espiga de la comuna de La Cisterna.

 

  Libros Editados :

 

  • “La Orilla”   (2011)

 

  • “Naturaleza Toda”  (2012)

  • "Cimientos" (2015)

 

 

 

COMPARSA  DE  RECUERDOS

 

 

 (A mi padre)

Por sus ojos claros y manos presurosas

urgentes de mañana

desfilaron baldes perfectos, apacibles garzas.

En el árbol más alto

clavó las banderas inapelables

del regreso

en su bandada de patos.

 

Los ochenta y tantos adivinaron sus huesos,

la espalda inclinada trató inútilmente de cambiar

su postura ante la vida.

 

Le veía brotar cuando silbaba

a los cantantes de la voz de seda,

en el sismógrafo un disco de vinilo cantaba quedo

padre, abuelo, tangos y boleros.

 

Se fueron los caminos de goce frutal

y las tórtolas que avizoraba ansioso.

El marcador de su memoria

viajaba en la bicicleta cargada con dulce de membrillo,

la máquina fotográfica, sus  perfilados óvalos y espirales

y el morral de cazador vacío.

 

 

ENMASCARADA

 

 Frente al espejo pareces jovial,

aunque sople el infortunio

tan radiante como el magnífico semblante

de Dorian Gray.

Tus dedos sobre los párpados

aprisionan sueños

de los que temes despertar.

 

Dar la cara es un riesgo,

lo dice todo.

Esa amiga vieja y traidora

se toma el poder y te convierte en sierva.

La autenticidad es una pose,

la más irritante que conoces.

 

Te has perdido en el uso de máscaras

de tatuaje distinguido,

un mecanismo refinado de simulaciones

que busca un segmento de comprensión,

algo de alegría.

 



 

GALERÍA


 

 Un electrizante erotismo

chisporrotea

en los ocultamientos y revelaciones

de las maniquíes estrellas.

Las anatomías frías y estatuarias

con fraguados guiños sadomasoquistas

beben la intriga

del que observa en la penumbra.

 

La cámara

es una libreta de apuntes,

una pátina de beldades

adictas

a las escenas lúbricas.

 

 


 

GESTANTE

 

 

 

 Un desastre impensable en su vientre.

Encadenada a los desechos irremediables de una divinidad

sin vínculo, sin raíces que le sustenten a la placenta del sueño.

El tierno lazo irrompible de aquella ilusión de niño,  ya no es.

 

Un ser trashumante extrañado de este mundo

y sujeto a un olvido inmerecido no verá crecer los días

en el regazo que aliviana.

 

Ella es nada, un vacío, un suicidio liberador.

El no-dolor,  ya no es tal. La pobreza de lo presente

caotiza el deterioro, el arrepentimiento.

 



 

LA  TERCERA  MUJER

 

 Los cambios se llevan a los miedos,

a los paradigmas dañinos al vínculo.

Entre la negación del cuerpo y el deseo

la Eva pecadora,

en contraposición, María

y el enclave consumista de los angelitos rubios.

Todas , figuras desacralizadas

por la tercera mujer que corre la cortina.

Esta hembra deseante

creada del mismo barro de Adán,

de visión abierta y cuerpo insumiso

cierra los párpados.

Una brisa ligera en sus mejillas

y el hormigueo en una de sus manos

verbalizan el placer y saborean el ronroneo.

 

El otro es un objeto de alegría,

a contracorriente , el amor.

Oye la luz de las centellas que revolotean.

El mal está afuera.

 

                                          

 

LA FOTO CARNÉ


 

 Ángel de rostro grave, enjuto,

falto de entusiasmo.

No resulta en él fotografiar  la dicha.

El lente refleja los resortes

de una belleza abstracta, discordante.

Estatua de nariz torcida, su cuello alto

más parece un cilindro de plasticina

mal colocado.

Pincelada  y volumen  de un Modigliani

de tristeza larga y ojos grandes.

 

Esta cara, sí, es la mía.



 

LOS  ANDES


 

 Ángel  hermético, impalpable

nicho ecológico,

guardián de los enigmas de una raza.

Sus entrañas pétreas deshilan acantilados

y azulan  a vaporosos fantasmas

que  bajan con estrépito.

Entre nieblas y precipicios

esa hoguera de llantos congelados

se estrangula

se anuda

y se extiende en altiplanos.

 

 

   

         

VELOS


 

 La fragancia del alma salvaje  en peligro de extinción

cura el instinto herido,

rompe las ataduras invisibles del conformismo de la carne,

se despoja de la ingenuidad

y de los mantos puritanos que le dieron.

 

Libre de las cadenas del prejuicio,

suelta los resortes de su pena

para ahogarse gozosa en el arrobo

que mora en sus entrañas,

no en su cabeza.

 

Su textura opaca se entreteje de luz,

adivina lo que tiene que morir.

 

VIOLENTADA


 

Rumba de platos, brazos cansados,

volantines y niños,

restos de comida y mariposas.

 

Caricatura de la palabra mujer

tantas vueltas a las manzanas del miedo,

reina de un terreno baldío que levita bajo el eclipse

la parodia de un hogar.

 

Abatida como una santa de barro y miel

desgarra su armadura,

la noche tiene otras alocuciones,

furia a través de todo,

aullido y estocada arteros.

 

Su grito amordazado llora,

la hoja de su falda siempre cae.


bottom of page